El mundo entero le llama “Semana Santa” y “Semana Mayor”, porque lo que se recuerda, son los hechos más importantes de toda la historia: la aprehensión, los sufrimientos y la crucifixión de Jesucristo, el eterno Hijo de Dios. La gran mayoría, aprovechando la festividad, la dedican a vacacionar, a disfrutar en familia y a gozar con los amigos, y otras actividades placenteras. Un grupo menos numeroso se recoge para la meditación espiritual y congregarse en las iglesias para recordar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Para ti, que sales a vacacionar y disfrutar, te recordamos que conduzcas con cuidado, que disfrutes de tu familia y amigos, pero que también apartes momentos especiales para recordar y considerar los hechos que le dan su verdadero valor a esta semana. ¿Qué significa para ti el hecho de que el Hijo de Dios vino a este mundo y dio Su vida en la cruz? Lo que esto signifique para ti y lo que hagas con la Persona de Jesucristo determinará tu comunión con Dios y tu destino eterno.
La Biblia enseña que tú y yo tenemos un problema que se llama: pecado, y este nos separa de Dios (Isaías 59:1)[i]. El pecado hace que la gente no busque a Dios y se exponga a ser engañada por Satanás (2 Corintios 4:4)[ii]. Pero Jesucristo vino para resolver el problema que nadie más podía resolver, dando Su vida por los pecadores. Si aceptamos por fe el sacrificio de Cristo y le recibimos en nuestro ser para seguirle fielmente, Él nos dará el perdón que necesitamos y la vida eterna o salvación. Esta es la enseñanza de Palabra de Dios: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo, no tiene la vida” (1ª Juan 5:12).
Estimado amigo/a lector/a, lee más en las Santas Escrituras acerca de la vida de Jesucristo y cómo Él cambia la de aquellos que creen en Él y le siguen. Que esta “semana santa” sea realmente santa para ti porque, habiendo leído esta reflexión, decidas recibir por fe al Santo de Dios en tu corazón. Ven a Cristo ahora.
[i] “Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios. Son estos pecados los que lo llevan a ocultar Su rostro para no escuchar” (Isaías 59:2).
[ii] “El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso Evangelio de Cristo” (2 Corintios 4:4).
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