En medio de un mundo con tanto ajetreo necesitamos nutrirnos con la Palabra
de Dios. Saber qué Dios nos quiere
comunicar y qué espera de nosotros es vital. En la Biblia encontramos información clara y
precisa sobre la voluntad de Dios para nuestras vidas. Ella aclara que es lámpara y lumbrera para
nuestras vidas (Salmo 119:105) y que podremos disfrutar de un camino limpio al
guardarla (Salmo 119:9).
En una reciente encuesta realizada por Barna Research Group en Estados
Unidos en el 2011 con el título ¨State of the Church¨ 1) se concluyó
que el promedio de adultos ¨nacidos de nuevo¨ que lee la Biblia en la semana
(no incluyendo cuando están en algún evento de la iglesia) es un 62%, es decir
que hay un 38% de ¨creyentes¨ que no se alimentan a diario con la Palabra de
Dios. ¡Otra estadística penosa es
que solamente el 10% de los creyentes ha leído la Biblia completa2)!
Estas estadísticas nos alertan de que la cantidad de cristianos que están
leyendo de manera ¨sistemática¨ y ¨formal¨ la Biblia a diario y que la han
leído completamente es muy baja. La
Biblia es ¨la palabra profética más
segura¨ y a ella debemos ¨estar
atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro¨ (ver 2 Ped. 1:19).
Para poder hacer frente al bombardeo de los dardos de fuego del maligno,
necesitamos no solo defendernos con el escudo de la fe, sino también usar nuestra
arma ofensiva: ¨la espada del Espíritu,
que es la palabra de Dios¨ (Ef. 6:16-17). Pero si no la leemos, aplicamos,
atesoramos, ni memorizamos ¿cómo podremos usar nuestra arma ofensiva para hacer
frente a los ataques del enemigo?
No debemos ser creyentes que no somos efectivamente sal ni luz en el mundo,
creyentes que no le demos a la Palabra de Dios el espacio requerido en nuestra
vida devocional para que ella alumbre nuestro entendimiento y nos guíe a hacer
la voluntad de Dios.
Que Dios nos permita volver a la lectura diaria de la palabra de Dios para
un desarrollo significativo nuestra vida espiritual, nos ayude a asumir el reto
de leer la Biblia completa, y que podamos como el salmista anhelar conocer y obedecer
la palabra de Dios:
Salmo 119:112 De
corazón me dispongo a cumplir tus estatutos siempre, hasta el fin de mis días. (RVC –versión Reina Valera Contemporánea).
2) Cita de Bill Keller
Ministries 2007: