LECTURA: Efesios 3:14-20
“…Aquel que es poderoso para hacer todas las
cosas mucho más abundantemente de lo que
pedimos o entendemos” vs.20
Cuando los problemas nos abruman tendemos a perder el
sentido de perspectiva. Estamos tan
cerca del problema que éste nos puede parecer más grande que Dios, la dificultad es como una sombra
enorme que esconde la presencia de Dios.
Al enfocarnos en los problemas, Dios parece
desvanecerse hasta quedar en un plano
distante, lejano e insignificante.
Cuando eso sucede debemos recordarnos a nosotros mismos de la sencilla e increíble descripción que nos da el apóstol Pablo de lo
que Dios puede hacer. Permítame ser reiterativa: Dios tiene todo el poder de
hacer todo lo que pedimos, inmensamente
más que todo lo que pedimos, mucho más de lo que podemos entender e imaginar.
Ahora, ese pedir está sujeto, no a nuestros caprichos sino a Su buena,
agradable y perfecta voluntad.
Pablo pide a Dios que seamos fortalecidos en el hombre
interior, que por la fe tengamos la capacidad de comprender las dimensiones de
la plenitud de Dios. Esa fuerza interior es la que hace la diferencia en cuanto
a la perspectiva con que asumimos las
dificultades. Alguien dijo que los problemas nunca se acaban, ni las soluciones
tampoco. Ese poder de Dios obra en
nosotros y puede lograr lo que nunca seremos capaces de lograr en nuestra
propia fuerza.
¿Qué parte de nuestro problema es demasiado grande para
Dios? Nuestra parte es pedir a Dios que nuestra fe sea fortalecida, que podamos
descansar en su poder ilimitado y su disposición de obrar en forma
extraordinaria en nosotros, para su gloria.
Nuestra comprensión de Dios
cambia nuestra perspectiva de los problemas.
Georgina Thompson de Johnson
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