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jueves, 16 de abril de 2009

MILLONES, BILLONES, TRILLONES DE ORACIONES...


Imagínate los miles de millones de oraciones que llegan al trono de la gracia diariamente: oraciones para recobrar la salud, para resolver problemas financieros, para obtener liberación de la esclavitud de las drogas, y muchas otras más.En medio de tantas peticiones que se elevan al trono de la gracia, ¿qué ocurre con las súplicas que tú presentas delante de Dios? ¿Crees que Dios las escucha? ¿Tienes la fe suficiente para creer que Dios te responderá? La fe combinada con la oración es una combinación de éxito.La Biblia dice que si nosotros queremos recibir respuesta a nuestras oraciones, hay dos cosas que debemos hacer:Primero, creer que recibiremos lo que pedimos, tener fe, plena convicción de que habrá respuesta, que las cosas se darán, que la enfermedad desaparecerá, que los problemas económicos se resolverán, que el esposo esperado llegará, que el hijo anhelado nacerá.En segundo lugar, no dudar; creer firmemente sin vacilar, aunque la respuesta se demore; perseverar en la oración, aunque el tiempo transcurra; no te desesperes, mantente a la expectativa todo el tiempo.El concepto de la fe en la oración confunde a veces a los nuevos creyentes; pero a veces también a los cristianos más maduros. El versículo para la meditación de hoy aclara el asunto. Santiago aconseja orar al Señor con un corazón indiviso: «Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra» (Sant. 1: 6).La clave está en orar con una confianza plena que no vacila, una confianza que no se mueve entre el sí el no de la incertidumbre, entre el creer y el dudar. Nos dice que cuando oramos sin dudar, recibiremos lo que pedimos; siempre de acuerdo con el amor, la justicia y la sabiduría de Dios.

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