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martes, 10 de marzo de 2009

DE REGRESO A LA CRUZ


El pasado domingo 8 de marzo, nuestra congregación concluyó una jornada evangelistica titulada “La Esperanza es Jesús”. El predicador de la noche nos trasladó a todos los presentes de nuevo al doloroso escenario de la cruz de Cristo, recreando las últimas horas del Señor exhibido ante el mundo entre dos malhechores, uno de los cuales (y ese fue el énfasis) fue el primero en entrar al paraíso.

Algo interesante sobre el ministerio de Jesús es que las multitudes lo amaban, por lo menos en el principio. Pero mientras más se acercaba Jesús a la cruz, menos gente se encontraba a su alrededor. Comenzando con el Lunes de la semana de la pasión, las muchedumbres comenzaron a diluirse. Y para el momento en que Jesús tomó ese camino hasta el calvario, incluso sus mejores amigos ya no estaban allí. La cruz separa al amigo del enemigo, separa las ovejas de las cabras. Pienso que es porque la cruz de Cristo es muy rigurosa y demandante. Poco me sorprende que no mucha gente siga a Jesús hasta la cruz.

Y poco me sorprende que muchos de nosotros esquivemos tomar nuestra propia cruz y seguirle. Es que hay pruebas y problemas de los cuales nosotros no podemos escapar, pero ¿Su cruz personal que Jesús pide que usted tome a diario? ¡Eso es otra historia!
La cruz es algo que usted puede evitar. Jesús no impone la cruz en nosotros. Usted puede elegir el clavarse a ella por fe y morir al pecado, o usted puede alejarse del calvario y rechazarla.

Esto es algo para considerar, porque la cruz fue también una opción para el señor Jesús. Él habría podido rechazarla, pero gracias a Dios, no lo hizo. El estuvo dispuesto a ser clavado en el madero de modo que usted y yo seamos salvos y tengamos el poder de tomar nuestras cruces y seguirlo. Jesús está pidiendo que usted tome la cruz, la levante sobre sus hombros y que lo siga. Es el Señor del calvario quien lo está pidiendo... y la opción es suya.

Señor, que sepa llevar la cruz cada día. MATEO 27: 31-42

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